Aún y cuando fue la propia familia de Carlos -quien en Chile se hizo pasar por «Igor Yaroslav González» para cubrir su identidad de feminicida en Aguascalientes-, fue quien le ayudó a huir del centro del país mexicano para evadir el asesinato de su ex novia, Itzel Monroy, nunca le asistió en el juicio por el que el Tribunal Oral Penal Chileno le dictó cadena perpetua.

Conocido mundialmente como «La Bestia», en el 2009 aprovechó la lentitud y negligencia con la que fue tratada la investigación de su víctima Itzel en Aguascalientes, y huyó del Estado hacia Santiago de Chile, donde como ya es sabido, asesinó a otra jovencita de nombre María Isabel Pavéz.

En ese momento, asegura la familia de la víctima de feminicidio, su propia familia le ayudó a evadir la justicia local, sin embargo, cuando se le detuvo por su segundo feminicidio -el de María Isabel en Chile- y comenzó su proceso penal, tanto sus padres como sus demás familiares lo dejaron solo. Nunca asistieron a las audiencias de la causa.

Latido Online platicó con Camelia, la mamá de Itzel Monroy, primera víctima del feminicida, y reveló como el día de la sentencia, Igor Yaroslav o Carlos, como se hacía llamar, no asistió a la sala de audiencias; “Su defensa ya sabía lo que le esperaba” -presume la originaria de Aguascalientes, México-; sin embargo, también recuerda que cuando pidió perdón a la familia de María Isabel Pavéz, asesinada igual que su hija, lo hizo con un discurso ensayado, frio y “como si le estuviera hablando a la pared y repitiendo lo que le ha de haber aconsejado su abogado”.

Camelia dice que ya vive tranquila, después del juicio que siguió vía remota desde Aguascalientes

“A partir de hoy vivo tranquila, ninguna jovencita más va a morir. Ya se hizo justicia, no aquí en Aguascalientes, sino en Chile, tarde, pero llegó la justicia. Bendito sea Dios”

Camelia, mamá de Itzel Monroy

Nos cuenta como recibió la noticia de la cadena perpetua que el Tribunal Oral Penal De Santiago de Chile dictó contra «La Bestia» la recibió con lágrimas e hincada frente al electrónico en el que seguía de forma remota el juicio del feminicida de su hija.

Itzel Monroy, la víctima mexicana de Carlos y/o Igor, tenía sólo 17 años y su feminicidio fue hace 13 años en el fraccionamiento Santa Anita de la ciudad de Aguascalientes. Después de tanto tiempo de impunidad, Camelia no da crédito a lo sucedido:

La justicia por fin había llegado, aunque no aquí, sino en Santiago de Chile a donde el hombre de 36 años huyó después del feminicidio de Itzel, cobijado por la impunidad de la tierra mexicana. Y su sentencia fue para siempre, sin ningún privilegio, ni siquiera visitas.

El caso por el que fue condenado en Santiago de Chile; lo que unió a las familias Pavéz y Monroy

Ya estando en el extranjero, once años después de asesinar a la hija de Camelia, «La Bestia» -así conocido mundialmente el feminicida condenado- acabó con la vida de una segunda joven quien era su pareja sentimental y de nombre María Isabel Pavéz.

A María Isabel la asesinó brutalmente y fue declarada como «desaparecida» por lo que las redes sociales y todo Chile se volcó en su búsqueda hasta encontrar su cuerpo inerte en el departamento del feminicida. 

Camelia y Lorena como madres de Itzel y de María Isabel nunca se dieron por vencidas y una vez que Carlos fue detenido, comenzaron todo un movimiento social para que se visibilizara el caso en el que dos familias, una mexicana y otra chilena, habían sido víctimas del mismo sujeto, gracias a la negligencia e impunidad de las autoridades de Aguascalientes.

Hoy Camelia recuerda con dolor cómo le cambió la vida aquel 9 de abril del 2009 cuando su hija Itzel le dijo que no pasara por ella porque iría a la casa de su ex novio Carlos a recoger unas fotografías; fotografías que encontraron regadas a lado de su cuerpo inerte. Carlos la asesinó. 

Sin embargo, agradece que «La Bestia» fuera juzgado fuera del territorio mexicano, pues en Aguascalientes, cuando se cometió el asesinato de su hija, el feminicidio no estaba tipificado como tal y hubiera sido condenado por «homicidio», un delito por el que sólo purgaría 12 años de prisión. 

Lorena y Camelia, una en Aguascalientes y otra en tierra chilena siguen teniendo contacto vía telefónica, han prometido que algún día se conocerán personalmente.

«Gracias a Dios» -afirma Camelia en medio de un suspiro- al saber que el feminicida que acabó con su hija, con apenas 17 años de vida ya está en una prisión por el resto de sus días.