Desdramatizando el drama

Una publicación original para el Heraldo de Aguascalientes
Primero y a manera de agradecimiento: muchas gracias a todos los que, leyendo (supongo) mi pasado artículo, se volcaron en redes para decirme cosas tan sabias y olorosas como: no te apures, ánimo, ya vendrán nuevas cosas, seguro que algo saldrá… hermosos conceptos, todos en la línea de la bobada esa de que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana (aunque la ventana esté en un décimo piso y de a una fosa llena de cocodrilos, tiburones y pirañas).
Aquí aclaro que estoy, para variar, bromeando y desdramatizando las cosas; no necesito, a estas alturas del partido, ni sonar como ingrato, ni tampoco malquistarme con nadie más: con mis enemigos, los gratuitos y los otros (los espontáneos, supongo), tengo.
Por lo demás junté todos esos bonitos mensajes (palmaditas en la espalda del alma, por seguir con el tono cursi), los llevé al supermercado, y allí fui informado que con esas ideas de tanta profundidad no me ajustaba ni para una bolsa de pan de caja; bueno, como no ajustarme, no alcanzan ni para unos chicles Yucatán de canela.
Lo rescatable: nadie -hasta ahora- me salió con la bobada esa de que el dinero no da la felicidad: nadie dijo que estaba buscando la felicidad, sino pagar las cuentas.
En fin que parece que, en lo que me decido qué haré en lo sucesivo, asunto asaz peliagudo (ya puedo decir yo que quiero ser el tesorero de Germán Larrea, o heredero de Elon Munsk), y ante la dificultad que he enfrentado de que alguien me ofrezca un trabajo, acorde con lo que yo sé hacer y bien remunerado (con eso si puedo ir a llenar el carro de la compra), la primera línea a explorar es la de hacerme letrista de corridos harto rascuaches, harto vulgares, ergo harto populares.
La primera dificultad ante tal reto, es dejarme de distorsiones profesionales, y evitar la tentación de pretender hacer una sociología sobre el narco corrido y eso que llaman -sin que tenga la menor idea del por qué- corrido ‘tumbado’; bueno, siquiera de pretender una tautología de que es lo vulgar.
Nada de sutilezas, de complejidades semánticas, de enredos léxicos (nada de mujeres fatales donde hay ‘buchonas’), de honduras retóricas… Bueno, nada que pretenda presentarse como pensamiento: creo que se trata de eso, de no pensar y para eso hay que beberse el cáliz de los lugares comunes hasta las mismísimas heces, o dicho de manera más adecuada para el género -si merece tal nombre-, hay que entrarle al trago amargo del pico de la botella y hasta no verte Yisus mío (aquí me sobra todo el judaísmo).
Cosas de ser como uno es: busco una imagen harto violenta y me brinca en la cabeza Huidobro: “despojado el océano de sus olas/ lloraba contra la lluvia/ silbaba sus carbones para agrandarlos/ y volver al origen autorizado a andar/ cinco personas muertas y veinte heridas…”
He ahí una imagen: despojo, llanto, fuego (¿de metralla?), muertos y heridos; luego, siguiendo la imagen: ángeles blancos y embozados (de servicios periciales), policías federales como heraldos negros, o azules… Esto, no va a a ninguna parte.
Lo intentó Daniel Sada en un gran libro de poemas, Aquí (FCE), y lo reintentó en su libro postrero, Ese modo que colma (Anagrama); en este último libro intenta y logra en líneas generales recrear la historia de Rosita Alvírez (Rosa esta noche no sales), en un cuento escrito en endecasílabos… Y murió casi en la miseria.
Vuelvo a Huidobro, para seguir buscando imágenes tremebundas: “Ella tenía ojos de adormecedora de mares (…) sus miradas estaban heridas/ y sangraban sobre la colina”.
Reducir esta imagen (de una mujer enervada con Fentanilo) a algo que suene así (música de banda, obviamente): ‘Te diste a la mala vida/ pues querías tu vida cara/ y te diste a la bebida/ y a otras peores mañas (…) Antes fuiste bien luchona/ Y fuiste a Guadalajara/ donde te vendiste cara/ y te volviste ‘buchona’’, es ya un esfuerzo del que me siento capaz (chiste no tiene, lo acepto), pero que al cabo del tiempo (dos semanas como máximo) mucho me temo, me dejará bembo, al grado de ponerme a gritarle a la luna (una imagen que viene de mis aclamado y anterior artículo), sandeces del tipo: es un honor, rezarle a Obrador…
‘Ahora dicen de tu suerte/ que te hiciste bien malilla/ que tu dueño es hombre fuerte/ de un cartel de Cieneguilla/ que te viste de Chanel/ y tras de Prada la hebilla/ y quien te mira con desdén/ ya ganó una mala muerte…”
A todo esto, escribo estas líneas en un pequeño y fresco café de por casa, donde en un altavoz suenan canciones de un salsero alguna vez célebre, frente a unos novios adolescentes y melosos, y junto a la mesa donde hay un escuincle pegando berridos, como si lo estuvieran destazando vivo, lo que tampoco es buen inicio para tales lances intelectuales.
Seguiré informándoles, para que no anden con el pendiente -en el entendido de que yo ya de eso del periodismo quiero saber lo mismo que de la 4T y la lepra.
Ya para terminar, o para decirlo a todo: ya con esta me despido: cae el sol y comienza la fiesta judía del Shavuot, así que por no dejar: ¡Jag Sameaj!
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