¿Como para qué, Tavares?

El fallo del Tribunal Electoral de Aguascalientes que anula la expulsión de Roberto Tavares del partido, señalando que el procedimiento no se apegó a lo señalado por la ley, recuerda aquella telenovela política que protagonizaron, hace ya años, el ex gobernador Luis Armando Reynoso y sus malquerientes panistas, que eran y siguen siendo legión, pero que tuvo su cara visible en la cabeza de Rubén Camarillo, hoy por hoy el hombre fuerte de AN en el estado.

A LARF le abrían procedimiento de expulsión, y lo expulsaban, alegando que, amén de los muchos desencuentros que tuvo en su sexenio por el partido que lo aupó a la gubernatura, había trabajado para sucesor priísta, Carlos Lozano (y así le fue a Reynoso), a lo que el expulsado respondía demandando a los tribunales la devolución de sus derechos partidistas, mismos que le eran restituidos, para que sus adversarios reiniciaran los procedimientos para echarlo y así hasta que…

Enfrentado al grueso de los panistas, no entendemos qué quería el ex mandatario, que como sea acabó yéndose él solo, entendiendo que allí donde no te quieren no vas a conseguir nada, lo que lo llevó a contender en las pasados comicios a la alcaldía al amparo, que es un decir, de un partidito que apenas recogió unos cientos de votos, lo que de paso es una lección de que los ciclos politicos tienen un inicio y un final.

Una lección que, por cierto, no entendieron el ex alcalde Gabriel Arellano, que se llevó otra tunda electoral, y la señora Blanca Rivera, que finalmente optó por renunciar a su candidatura, pues en algún momento sintió vacío hasta de los mismos priístas, por las mismas causas, y porque es cierto eso de que jamás segundas partes fueron buenas.

En ese tenor no sabemos qué es lo que buscaría Tavares con la anulación de su expulsión del PRI, pues debe estar claro que sus órdenes son las de trabajar para personajes de otro partido, léase MORENA, y los pocos militantes que le quedan a ese PRI local que agoniza, no le quieren allí, donde además parece que ya no queda nada que repartir.

Lo cierto es que los dos grupos que se disputan las ruinas del priísmo local, el del ex gobernador Lozano, también con su cabeza y su corazón en otra parte, y el de Lorena Martínez, a quien obedece Tavares, que también anda con un ojo al gato y el otro en el garabato, algo deben saber que escape a nuestra lógica, pues amén de las malquerencias, parece que allí lo único que existe es un hedor a cadáver.

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